La economía global debería avanzar este año y el siguiente en una precaria recuperación, aunque la inflación sigue pesando sobre el gasto de los hogares y las tasas de interés más altas frenan el crecimiento, los bancos y los mercados.
Esa era la conclusión el miércoles de la última previsión económica de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. El grupo, formado por 38 estados, subió su previsión de crecimiento para este año al 2.7 por ciento, desde el 2.2 por ciento estimado en noviembre, con apenas una diminuta aceleración el año siguiente al 2.9 por ciento.
Es probable que la recuperación de la pandemia del COVID-19 y el auge de los precios de la energía asociado a la invasión rusa de Ucrania sean débiles en comparación con las cifras previas a la pandemia, un crecimiento medio del 3.4 por ciento entre 2013 y 2019.
El panorama de cara al futuro está lleno de riesgos, desde una escalada de la guerra de Rusia en Ucrania -ambas partes de acusaban mutuamente del derrumbe de una represa el martes- a problemas de deuda en países en desarrollo o efectos imprevistos sobre bancos e inversores de las rápidas subidas de tasas de interés.
«La economía global ha empezado a recuperarse», dijo en una conferencia de prensa el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann. «Esperamos una recuperación en 2023 y 2024. Sin embargo, en este momento es una recuperación a un bajo crecimiento global».
«Los indicadores económicos muestran alguna mejoría», dijo. «Pero el repunte sigue siendo frágil».
Era una previsión más optimista que la ofrecida el martes por el Banco Mundial, que mencionó riesgos similares en su previsión de un 2.1 por ciento de crecimiento global este año. Seguía siendo una mejora respecto a su estimación de enero del 1.7 por ciento.
Los precios de la energía han caído a sus niveles previos a la invasión, lo que ayuda a suavizar la peor parte del reciente brote de inflación. Pero esos costes siguen siendo más altos que antes de que Rusia empezara a desplegar tropas en la frontera de Ucrania a principios de 2021.
Entre tanto, la reapertura de China tras las drásticas medidas contra la pandemia ha dado un impulso a la actividad global.
Pero la inflación subyacente, que excluye los volátiles precios de la energía y los alimentos, persiste conforme algunas empresas suben precios para aumentar beneficios y los trabajadores presionan para reclamar salarios más altos en un contexto de desempleo relativamente bajo.
La OCDE espera que la inflación caiga a un 5.2 por ciento para final de año, en comparación con el 7.8 por ciento de finales del año pasado en el Grupo de los 20 que suponen más del 80 por ciento de la economía global. Estados Unidos debería tener una inflación anual del 3.2 por ciento para el último trimestre del año, y la tasa europea debería remitir al 3.5 por ciento.
Esas cifras ofrecerían algo de alivio, pero siguen por encima de los objetivos de inflación del 2 por ciento marcados por el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de Estados Unidos, que han ido subiendo con rapidez las tasas de interés para contener la inflación. Eso incrementa el coste de la deuda para comprar casas e invertir en negocios.
La OCDE advirtió que si bien los bancos centrales deben mantener políticas que restringen el crédito, «deben mantener la vigilancia, dada la incertidumbre sobre el impacto exacto» de esas subidas rápidas.
«Han empezado a aparecer indicios de estrés» porque los costes más altos de la deuda ralentizan los mercados de bienes raíces y plantean un temor al impacto de un crédito más caro, señaló la organización.
Los países que gastaron en ayudas por la pandemia para hogares y negocios ya lidian con una deuda pública más alta y ahora sufren la carga añadida de costes más altos para devolverla.
Tanto Estados Unidos como Europa pueden esperar un crecimiento tibio.
Estados Unidos enfrenta desafíos por el coste más alto del crédito en campos sensibles como la construcción de viviendas y la manufactura. Conforme se desacelera la demanda, se espera que el desempleo suba de forma gradual hacia un 4.5 por ciento en 2024, respecto al 3.7 por ciento de mayo. Cuando haya más empleos disponibles y menos subidas salariales, se estima que la inflación se moderará.
«Sin embargo, la previsión económica podría empeorar si el alza de tasas de interés deja al descubierto más fragilidades financieras», indicó la OCDE.
La quiebra de Silicon Valley Bank y otros dos prestamistas estadounidenses recalcó los problemas que podrían aparecer en el sistema bancario si las instituciones financieras sufren pérdidas en inversiones como bonos, cuyo valor cae cuando suben las tasas.
La mayoría del crecimiento del planeta procederá de economías asiáticas como China, India, Indonesia y Singapur. Se espera que el crecimiento de China alcance un 5.4 por ciento este año y un 5.1 por ciento el año que viene, mientras servicios como turismo y entretenimiento se recuperan de los confinamientos del COVID-19 y el gasto en infraestructuras respalda un auge de la construcción. Se esperaba que la débil demanda global contuviera las cifras de exportaciones.