Una investigación internacional liderada por el español Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publicada en la revista Nature Climate Change, logró evaluar por primera vez la cantidad, los factores controladores y la sensibilidad del carbono al calentamiento global en zonas verdes urbanas.
En el trabajo participaron una veintena de instituciones de 17 países, entre las que se encuentran el Museo Nacional de Ciencias Naturales MNCN y las universidades de Colorado Boulder, Zúrich, Sídney o Pretoria, entre otras.
La investigación fue coordinada por el Laboratorio de Biodiversidad y Funcionamiento Ecosistémico (BioFunLab) del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS-CSIC), según informa el CSIC en un comunicado.
“El carbono almacenado en los parques favorece el mantenimiento de la biodiversidad del suelo y facilita la sostenibilidad de nuestros parques, lo que implica un menor gasto para las arcas públicas», indicó Manuel Delgado Baquerizo, investigador principal del estudio que trabaja en el IRNAS-CSIC.
Precisó que hasta ahora no se había evaluado la cantidad, los factores controladores y la sensibilidad del carbono al calentamiento global en zonas verdes urbanas, lo que suponía «una incertidumbre considerable en las predicciones futuras sobre la magnitud del secuestro de carbono en estos ecosistemas”.
La investigación liderada desde el BioFunLab incluye muestras de 56 ciudades de todos los continentes y en ella se resalta el papel fundamental de las zonas verdes urbanas como reservorios de carbono.
“El estudio demuestra que los parques urbanos de todo el mundo tienen una cantidad equivalente de carbono en el suelo a zonas naturales cercanas a nuestras ciudades. Esto resalta el papel de los parques en un contexto de cambio climático”, afirmó Delgado Baquerizo.
Se destaca además que el carbono almacenado en las zonas naturales y los parques urbanos está controlado por factores climáticos similares. “Las ciudades más cálidas tienen un menor contenido en carbono en el suelo de parques urbanos y ecosistemas naturales, lo que no son buenas noticias en la lucha contra el cambio climático en un mundo más cálido”, indicó el investigador.
El estudio demuestra que el carbono de ciudades y el de zonas naturales está regulado por factores biológicos distintos.
Según la publicación, el carbono de zonas naturales está muy relacionado con la productividad primaria del ecosistema, mientras que los microbios del suelo son fundamentales para explicar el carbono de parques y jardines, un contexto en el que el manejo ecosistémico (como, por ejemplo, las siegas) juega un papel clave para explicar la captura de carbono en zonas verdes urbanas.
“En ecosistemas naturales, la productividad primaria y la descomposición de materia orgánica definen la entrada de carbono, pero esta relación podría está perturbada por el manejo de las comunidades de plantas realizado en sistemas urbanos», precisó Tadeo Sáez, miembro del BioFunLab y coautor del artículo, que añadió que el estudio demuestra que los microbios del suelo son los principales controladores del carbono en zonas urbanas.
Además el trabajo sugiere que la importancia de los microbios como reguladores del carbono en parques urbanos es «un arma de doble filo».
“El carbono de los suelos de parques y jardines es más vulnerable a perdidas por respiración microbiana en respuesta al calentamiento global”, dijo Delgado Baquerizo, mientras Tadeo Sáez aseguró que “estos suelos tienen una elevada proporción de genes asociados con la descomposición y mineralización de materia orgánica”.
El estudio, según los expertos, pone de manifiesto la importancia de los parques como reservorios de carbono en un mundo urbanizado, donde siete de cada diez personas vivirán en ciudades en 2050, por lo que concluye que «futuros parques y políticas urbanas deberían tener en cuenta el microbioma del suelo para retener el carbono del suelo y su capacidad para mantener múltiples servicios ecosistémicos».