El persistente incremento en el costo de la electricidad ya no estrangula únicamente a pequeños y medianos comercios de Puerto Rico. También acumula dificultades en sectores creados para acrecentar el capital humano del país.
Solo en la Pontificia Universidad de Puerto Rico (PUCPR), las facturas de LUMA Energy consumen $4.5 millones de sus ingresos anuales, una mordida que no se traduce en mejores servicios y gira contra cuentas que podrían financiar, desde proyectos educativos, hasta mejoras permanentes.
“Estamos hablando de que el ocho por ciento del presupuesto de la universidad se va en costos de energía”, resumió el recién electo presidente de la institución, José Frontera Agenjo.
Este incremento, puntualizó, ha coincidido con alzas significativas en renglones como el pago a suplidores, a compañías de seguros y servicios para bases electrónicas de datos, obligaciones que en los pasados tres años han desafiado la estabilidad del presupuesto operacional.
“Con los aumentos de los salarios mínimos, los servicios de seguridad incrementan su valor, los servicios de limpieza incrementan su costo, tienen efectos domino”, explicó quien hasta el pasado mes ocupó el puesto de vicepresidente de Asuntos Administrativos de la institución.
“El costo de las tecnologías también ha aumentado significativamente después de la pandemia. Un ejemplo muy sencillo es que cuando Google ofreció a las universidades mover los correos electrónicos y nuestros sistemas de resguardo de información a su nube, lo hizo gratuitamente. Hace un año nos dijo ya no es gratis, que ahora es gratis ‘esta cantidad’”, resumió.
“Claro, todas las universidades estamos al doble de la cantidad que es gratis. Entonces, ¿cuánto nos cuesta ahora? Pero no podemos migrar a otra alternativa”, apuntó Frontera Agenjo, tras aclarar que hacerlo sería aún más costoso.
Capital subutilizado
Para evitar que el “efecto dominó” fuerce al encarecimiento de costos por crédito y matrícula u obligue un recorte de gastos esenciales, el nuevo presidente de La Católica anunció que entre sus estrategias priorizará las denominadas “empresas universitarias”.
El modelo, adoptado desde hace dos años en la PUCPR y comprobado por otras universidades desde antes, permitiría a la institución diversificar sus fuentes de ingreso y, de paso, propiciar un laboratorio vivo de experiencias profesionales para sus alumnos.
“Tenemos una clínica interdisciplinaria de trabajo social, de psicología, que lleva años operando, donde hacemos pruebas diagnósticas y damos servicios a la comunidad. ¿Cuánto de eso es facturable a los planes médicos y no lo estamos facturando?, cuestionó.
“En Mayagüez, que tenemos la Escuela Hotelera y la Escuela de Artes Culinarias, ¿por qué no podemos tener nosotros un centro de práctica que ofrezca servicios de catering, en vez de hacer prácticas en otros lugares que no los pueden acoger a todos, que es lo que nos pasa?”, continuó.
“Una parte significativa de nuestra actividad educativa tiene byproducts”, indicó Frontera Agenjo, y la venta de esos “subproductos”, a tarifas competitivas, puede generar ingresos adicionales que absorban partidas de costos, como la inflación.
“No es venir a hacer competencia desleal, no lo permite la legislación contributiva”, subrayó, “pero (podemos) hacerlo desde una perspectiva que haga a la universidad también un proveedor de servicios”.
“Todas las prácticas clínicas de la Escuela de Medicina están diseñadas de esa manera. Todas las prácticas clínicas del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico están diseñadas de esa manera”, agregó.
Entre ejemplos con igual potencial, Frontera Agenjo apuntó al Centro de Investigación en Biotecnología y Agrobiotecnología de La Católica, un laboratorio anclado en el Parque Industrial Sabanetas de Ponce donde académicos y alumnos desarrollan “cepas de café y cepas de cítricos para recuperarse de plagas y de otros daños”.
“Y en un proyecto con el Departamento de Agricultura estamos haciendo micropropagación de plantas ornamentales y de cítricos. ¿Qué hacemos con lo que los agricultores no compran? ¿O qué hacemos si tenemos sobre capacidad productiva? Bueno, pues estamos vendiendo los ornamentales y estamos vendiendo los cítricos micro propagados”, expresó el presidente.
“Si esa investigación está produciendo resultados, si de esos resultados hay un producto que puede ofrecerse al mercado, sí, salgamos a hacerlo. Y lo estamos haciendo”, recalcó.
Otro ejemplo que Frontera Agenjo desea maximizar es el proyecto que la PUCPR ha adoptado durante años para capacitar a cuidadores informales de adultos mayores.
“Ha sido un proyecto exitosísimo, que ya ha sido copiado en más de siete países”, afirmó. “Si nosotros abrimos un centro de cuido diurno de adultos mayores que sea centro de práctica y capacitación, si llevamos ahí a nuestros estudiantes de trabajo social, de psicología, de enfermería, de terapia física, de nutrición, eso Medicare, Medicaid y el Seguro Social lo pagan”.
“A eso es a lo que me refiero con el concepto de las empresas universitarias y la diversificación de las fuentes de ingresos a la universidad. Es sacarle provecho a lo que ya hacemos, diversificando la oferta de servicios”, añadió.
La consolidación de estas entradas, adelantó, podría también acelerar la inversión en microrredes solares que sustituyan parte de la demanda eléctrica de la institución y frenar la hemorragia fiscal para el pago de facturas.
“Hay toda una serie de cosas en esa dirección que podemos ampliar y seguir moviendo. Así que hay agenda”, sentenció.
Este es el segundo de tres reportajes sobre la agenda trazada por el nuevo presidente de La Católica. En el último, La Perla del Sur ahondará en el perfil de Frontera Agenjo y cómo su pasado lo equipó para los desafío del nuevo cargo.